Y cantaron los soles de marzo
tibios aun.
La luna que vela mis pies descalzos
me confía su luz.
Extraño lo que no voy a vivir;
y se agolpan como insomnios los pensamientos
que sentencian mi existir.
En mi piel no hay huellas a las que pueda acudir,
como fantasmas de recuerdos que se vieron partir.
La lucidez me encierra,
pero una sonrisa me deja huir.
Mis soles de marzo,
no permitan que mis huesos se enfríen en abril.